Los soldados de terracota no son más que el exagerado miedo a la muerte, horror que manifiesta un emperador al borde de humanizarse con su fallecimiento inevitable.
Recordatorio
Es sabido que el tiempo es lógico y poco tiene que ver con el presente.
Muchos de nuestros pacientes viven en tiempos remotos enfrascados en duelos interminable, congelados en discursos repetidos hablando con seres que ya no están presente en su existencia.
Existen psicólogos que piensan al síntoma como un desfasaje temporal en la vida de las personas ya que creen que no se puede que el doliente no puede adaptarse al medio y eso lo perturba...Realmente creo que la idea es pintoresca pero simplista.
¿No se que piensan ustedes?
Pero lo que es cierto es que los símbolos temporales, el inicio de clases, cumpleaños y otros varios, vienen a recordar la mortalidad del sujeto y crean distintas historias de diván unidas a la angustia de finitud.
Unidas a esta condición de mortal que fundamenta el sujeto y nos aleja de los delirios narcisitas.
Puesto que si existiera una pretensión narcisista suprema seria la de ser inmortal.
Una pretensión no humana porque cuando hablamos de humano o humanizar necesariamente volvemos a la idea del otro. El otro nos vuelve humanos.
Ya que solo somos en función del otro, y si bien nacemos egoístas, solo el reconocimiento del otro va a producir el crecimiento.
El tiempo no nos hace crecer, solo envejecer.
El tiempo y sus símbolos, el año nuevo, el cumpleaños, y otros muchos golpean la realidad para recordarnos cuales son nuestras deudas con nuestro deseo y con los que nos acompañan en la vida. La deuda de amor de letras que tenemos con ellos.... esos ellos, nuestros otros.