Sin antecedentes
Es sabido que en el cuerpo social se instalan tanto ideas, como síntomas. Pensamientos y actos colectivos que de alguna manera rosan nuestra subjetividad. Estas ideas se hacen carne en la vida de los más creyentes, pero también irrumpen entre los amantes del análisis.
A estas instancias es muy redundante aclarar que analizar y comentar la realidad es una manera de adquirir el placer de la sabiduría. Placer que en los tiempos que corren se ve eclipsado por el relato mesiánico. El Mesías tiene el don de la verdad absoluta y por ende nada puede peguntárseles, las mentes solo callan.
Entonces para el Mesías es valioso el ser militante y no el ser subjetivo….los estereotipos se hacen leyes, las leyes se desdibujan, florecen los enemigos, esas personas que piensan diferente y nos agreden con la diversidad.
Muchas veces muere la reflexión entre un mar de reglas absurdas que inundan muestra vida cotidiana y estar reglas se manifiestan casi ciegamente con frases vacías que se utilizan, sin pensar en donde se usan. Frases hechas que día a día resuenan en nuestras vidas.
Hoy me gustaría jugar con una de ellas para reflexionar sobre sus implicancias.
“Esto ya fue”
Muchas veces escuchamos esta frase como si toda nuestra existencia girara en una memoria a corto plazo, una fantasía que refleja el deseo de olvidar, de olvidar nuestros actos nuestros vínculos, y en caso más extremos nuestra ética ante el otro.
Esta actitud reforzada desde lo social invade la existencia de jóvenes y adultos, pareciera que se puede vivir sin antecedente…pero usted qué está leyendo este escrito cree que
¿Se puede vivir sin antecedentes?
En todo caso para no caer en trampas discursivas, podría decir que la palabra antecedes en muchos casos está asociada a lo delictivo, pero si bien no hay que descartar esta línea de análisis, prefiero comenzar asociando el antecedente como lo que antecede al sujeto, como huella.
Las huellas que vamos dejando a lo largo de nuestra existencia, tanto en lo profesional como lo afectivo y ni hablar de nuestras huellas de amor y de odio.
Fantástica-mente Borges nos advierte en Funes el memorioso la función de olvido, la agonía de recordarlo todo, es perversa y llena de obsesiones.
El olvido es la acción necesaria para seguir viviendo. El olvido permite elaborar duelos, duelos que pretenden encarcelar al doliente en un pasado continuo. Pero el olvido no es borradura, nadie puede borran un acto de sí mismo. El aparato psíquico mantiene los antecedentes de nuestros vínculos y acciones en el interior de cada uno. Con dichos antecedentes construye la identidad y dicha identidad se sigue diseñando de manera inconsciente a lo largo de los años.
Nada se pierde todo se transforma. Vivimos una realidad que se interpreta de manera diferente para cada uno, construimos miradas entre la información de mundo exterior y la construcción psíquica forjada por nuestros antecedentes.
Esto, creo que debería llevarnos a pensar ¿si bien todo está permitido?
Cada acción tiene un costo y una ganancia de placer. Pero todo queda registrado en el ser y por otro lado no hay juez más severo que nuestro propio juez (el superyó). Nadie escapa de él, muestro juez está al tanto de nuestros antecedentes y se manifiesta en nosotros a través de ideas o síntomas, síntomas que en algunos casos potenciados por la culpa pueden ser extremos para la vida del sujeto, que puede o no anoticiarse que le está cobrando el juez.
La mediación entre la adquisición de placer y la ética, es la garantía de ganarle espacio a la angustia, acercándonos a la salud mental. Esto ya fue…. Pero no desaparece. Gustavo