Es sabido que cada uno de nosotros fabricamos senderos, caminos seguros por donde circular por nuestras costumbres.
En esos caminos habitan seres cotidianos, los cuales tienen acceso a muestra existencia por diferentes y múltiples razones que no en todo los casos interpretamos.
En realidad en muchos casos, por el solo hecho de su presencia permanente, no son interrogados ni sometidos a ningún juicio de valor, ni a ningún juicio del amor.
Siempre están y pareciera que siempre estarán.
Viejos, amigos, amores, familiares, compañeros, enemigos, vecinos, ex-amores...
¿Por qué son parte de nuestro mundo?
¿Qué aportan para nuestro deseo?
¿Su presencia nos da placer?
¿Qué tienen que ver con nuestro egoísmo?
¿Son cómplices de nuestros fracasos?
¿Yo los elegí? ¿Por qué? ¿Para qué?
Entre caminos conocidos y seres cotidianos, vivimos la fantasía de transitar por sendas plenos y sin las preocupaciones habituales de los cambios y los movimientos propios de la vida.
Vivimos la fantasía de dominar el tiempo, proyectando el futuro minuciosamente con detalles y cálculos matemáticos.
Vivimos olvidándonos de la muerte y la fragilidad del cuerpo.
Creemos que podemos diseñar espacios territorios por donde andar sabiendo claramente los vaivenes, las curvas y los baches. Creemos imaginariamente conocer las reacciones de nuestros conocidos, sus gustos y sus disgustos.
Fabricamos estereotipos que aplicamos sin pensar, modelos que nos alejan del conocimiento y de la piel del otro.
La mujeres son todas.... Los negros quieren.... Los maestros no quieren.... La policía siempre.... La iglesia te..... Los homosexuales no pueden...
Creemos conocernos completamente, dominar nuestro cuerpo y nuestra existencia.
Entonces si es así
¿Por qué no adelgazamos?
¿Por que no deja de fumar?
¿ Por qué vive con gente que no habla?
¿Por qué sabe que tiene que hacer cambios y no los realiza, padeciendo consecuencias permanentemente?
¿Por qué no estudia?
¿Por qué no disfruta?
Es porque hay algo más, un territorio desconocido en nosotros mismos, al cual no tenemos acceso pleno.
Los caminos seguros y los seres que están allí sin ser interrogados en nuestro mundo no necesariamente aportan al camino del crecimiento subjetivo.
Muchos sujetos vn por caminos seguros que seguramente lo llevan a la pena.
Muchos se acompañan por personas conocidas, pero no queridas y menos amadas.
La verdad es solo nuestra verdad y no la de todos.
Ponerse en la piel del otro es un acto de coraje.
Permitirse cambiar por el paso del tiempo y la experiencia, parece ser una virtud.
Este simple texto lejos de ser una verdad sólo tiene la enorme pretensión de invitar a pensar acerca del amor, el deseo, y el odio, ya que si bien nadie puede dominar el mundo, todos podemos escribir parte de la historia de nuestra existencia.