Cuando repensamos la hipnosis para muchos como parte del imaginario social, quizás le puede aparecer una representación de otras décadas, el viejo mago de ojos saltones y abultado turbante en la cabeza.
Un personaje esotérico de mirada penetrante que con la ayuda de su reloj de cadena induce sin resistencia alguna a sus víctimas a un peligroso sueño. Un sueño que propicia la manipulación y el engaño de la moral.
El perverso mago envía mensajes y la victima “ya no es él” su voluntad parece ausente.
La realidad no existe como tal, solo una voz toma el mando. El hipnotizador es el amo y tiene el poder de indicar todos los senderos a transitar, los caminos para la víctima no están medidos por el sentido de realidad, ni por la ética y menos por la culpa del daño al otro. Son solo caminos solo una voz y una obediencia debida .
La victima ya no tiene que pensar en el bien o el mal, ya no tiene que pensar en el deseo del otro es casi un objeto y los otros solo son objetivos posibles.
Hoy por hoy ya no es visible el mago y su reloj. Pero me encuentro lejos de pensar que el hipnotizador haya dejado su oficio y menos que los hipnotizados no retomen su papel de víctimas en el escenario de la vida.
Si prestamos atención y dejamos la inercia de nuestras ocupaciones, nos encontramos en forma permanente con sujetos congelados, vacios e indiferentes. Sujetos hipnotizados por las drogas y otras yerbas.
“No era yo cuando la mate” “Estaba drogado”
“Fue por el alcohol que lo atropelle”
“En una locura momentánea, no deje de gol perla hasta la muerte”
¿Dónde está el sujeto en estos casos imaginarios?
¿Hay una ausencia total del ser?
El sujeto solo deja de ser ante la muerte. Y si bien es innegable que las patologías eclipsan al sujeto, todos los eclipses son parciales y la luz del sujeto esta allí presente. Siempre está allí
Realmente sería ingenuo pensar que en el campo de las hipnosis solo existieran estas y no otras más sutiles y en apariencia menos patológicas. Hipnosis que nos dejan cómodamente adormecidos. Hipnosis que están al servicio del desencuentro de nuestro deseo.
Por un instante imagínese sin la proyección de rayos catódicos sus pupilas. Imagínese unos días sin la exigencia de la TV. Unos días sin auriculares. Sin profetas. Sin Magos. Sin extremas obligaciones laborales que justifiquen la desatención de usted y de los suyos.
Quizás esos días no le aparezcan nunca, pero si aparecieran … lo peligroso es que surjan algunas peguntas:
¿Estoy enamorado de mi pareja?
¿Disfruto de mi sexualidad?
¿Qué pasa con mis hijos?
¿Cambiaria de trabajo?
¿qué haria por mi salud?
¿Soy similar al que quería ser?
¿Cómo me veré en 10 años?