Noble esclavo Rembrandt
Sin duda podemos asegurar que el secuestro es una de las lesiones más traumáticas para la vida psíquica.
Esto es porque en esa escena de terror el sujeto es reducido a la característica de objeto, se transforma en un objeto de valor para la vida de un perverso, o de sus victimarios.
En muchas ocasiones no existe con quien hablar ya que los delincuentes carecen del pensamiento crítico como para “ponerse en la piel del otro".El otro reducido a una mercadería de intercambio no existe como otro, no tiene características históricas ni de filiación, puede ser ultrajado o violado. Tal es el punto de este carácter objetal de la víctima, que la misma puede ser mutilada para ofrecer sus partes como testimonio de crueldad, recordemos que es fácil cortar una cosa.
Pero ¿Cómo adaptarse al terror del encierro? ¿Cómo soportar la presencia del captor?
Es posible que algunos o muchos de ustedes hallan escuchado el síndrome de Estocolmo, sin entrar en demasiados detalles se trata de la reivindicación del captor “me trato bien dada las circunstancias”.
En un lugar donde la vida pende de un hilo el sujeto como mecanismo de defensa trata de pensar que el delincuente “no es tan malo” “ lo trata bien”.
De hecho más halla de lo físico o algún tipo de torturas, que sin duda dan marcas en el cuerpo. El dolor postraumático tiene fuertes implicancias en la vida psicológica del secuestrado.
Es muy probable que surjan trastornos del sueño o alimentarios que indiquen la presencia de una excitación excesiva en el territorio de lo inconsciente. El trauma el una carga que irrumpe en el aparato psíquico con tanta fuerza que es necesario recuperar el equilibrio homeostático” es necesario contar el hecho compartir el suceso con los que se comparten la vida. Por otro lado para minimizar los efectos sintomáticos la psicoterapia es el camino a recorrer.